
Su nombre proviene por el sabor ligeramente amargo que poseen sus aguas, a las que en otro tiempo se atribuyeron poderes curativos. La razón es su alta proporción de sulfato de magnesio, responsable tanto del sabor como de sus supuestas propiedades medicinales.
Esta laguna, de forma casi circular, es de las pocas de aguas permanentes del sur de Córdoba y la más extensa con 4 hectáreas. Todo ello explica que la frecuenten una gran variedad de aves, sobre todo acuáticas. Fochas, patos cucharas y reales, porrones o la amenazada malvasía, se refugian aquí o crían entre los abundantes tarajes, carrizos, juncos y cañas de sus orillas.
Allí donde no se cultiva el olivar, se observan restos del monte mediterráneo, compuesto en su mayoría por lentisco, acebuche, retama, romero y algunas encinas dispersas.
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